miércoles, 16 de abril de 2008

Música Católica entre música secular

Primero, saludarles de nuevo, y que la Paz del Señor inunde sus corazones y ministerios.

Es un tema interesante. Yo tengo 16 años cantando y sirviendo en mi parroquia. Durante ese tiempo, canté por 7 años en bares y restaurantes cercanos a mi casa, dias jueves, viernes y sábados, pero el domingo estaba puntual en las tres misas en las que servía. Hace 6 años que tomé la decisión de cantarle al Señor en exclusiva, y dedicar mi talento a Él. Esto implicó dejar de cantar en bares la música "del mundo" y comenzar con la música que Dios me inspiró. No fue fácil, y poco a poco tuve que ir dejando los bares también, pues a la gente no le resultaba cómodo beber cerveza y escuchar un mensaje de Dios. Tal vez no tuve la fuerza necesaria para tratar siquiera, tal vez debí intentarlo o deba intentarlo de nuevo, como Migueli hace en España. Lo cierto es que la experiencia ganada me permitió servir mejor en el Ministerio que escogí.

Mientras cantaba en bares, escogía la música cuyo mensaje no contradijera valores cristianos. Por ejemplo, una canción que hablara de infidelidades (como casi todas las de Arjona hoy en día) yo optaba por no cantarla, a pesar que esto causaba malestares a veces en el público. Optaba mejor por canciones de la Trova, en el área romántica, etc.

Digo todo esto porque también intenté llegar a las radios de mi país, El Salvador. La respuesta fue muy mala: "no es música del formato que transmitimos". Fui a radios evangélicas, y la misma historia: no podían incluír ningún tema por llevar una canción a María. Aún dije "programen las demás, las que no dicen nada en contra de las creencias de ninguno" pero no, pues tenían reglas. Solamente las dos radios católicas de FM de mi país comenzaron a transmitir mi música.

Dios no olvida, y me dio la oportunidad de viajar y cantar más allá, en Europa, ante un público en su mayoría ateo o luterano y en otro idioma. El mensaje llegó, y me quedó claro lo que quiero ahora compartirles.

Para definir el rumbo a seguir en la parte de la música sugiero considerar esto:

El medio adecuado para transmitir la música
No se trata sólo de qué radio usaré, sino qué estilo llevará mi canción. Si quiero algo que hable de perdón, por ejemplo, no lo haré con una salsa, pues el mismo ritmo me invita a bailar, y se pierde un poco el sentido de lo que pido. Otra es que si busco que mi música llegue a un segmento en particular, digamos, niños, no buscaré que la transmitan en radios con un formato más para adultos o juvenil, puesto que será rechazada.

El mundo está sediento de verdad
¡Pues hay que darle lo que necesita, no lo que quiere! Llevar la Verdad de Dios a otros es nuestra misión, y para que nos entiendan, a veces debemos usar los medios del mundo. Pero ojo, usar los medios del mundo sin ser del mundo es nuestra misión. No porque todos pirateen yo debo piratear para que llegue un mensaje a los demás, porque entonces estoy pecando (No robarás). Se puede hacer las cosas bien sin caer en malos hábitos. Es más fácil que una persona que busca la verdad la encuentre en una estación de radio favorita a que llegue un domingo cualquiera a misa. Una vez el mensaje ha llegado, esta persona buscará acercarse a Dios y llegará a la misa.

No descuidemos el mensaje
¿De qué serviría que una melodía sea pegajosa si no dice nada? La respuesta la encontramos en cualquier radio hoy en día. Mucho ritmo, a veces pegajoso, a veces chocante, mismo estilo... y nada que alimente al alma. El mensaje de Dios, la Palabra hecha canción, debe anunciar y denunciar, debe quemar nuestros labios y llenarnos de alegría, pues es la Buena Nueva. NO hagamos una canción "bonita" que no diga lo que tiene que decir (autocensura) sólo para que sea vendible o que la quieran transmitir en otras radios.

Ahora bien, si lo que hacemos es música con valores cristianos y que no necesariamente mencione a Jesucristo cada tres palabras, tampoco hay problema. Se trata, repito, de evangelizar, pero como Dios nos lo haya pedido, no como mercadológicamente nos convenga.

Las perlas a los cerdos...
Muchos argumentan que mezclar la música en los medios no debe hacerse. Lo de tirar las perlas a los cerdos... sí, aplica, pero deja que tu conciencia te guíe. ¿Quién eres tú para callar lo que Dios pone en tu corazón? "Lo que les digo al oído proclámenlo desde lo alto"...

Cada vez que tengas la opción u oportunidad de masificar un mensaje, entra en oración y pregúntale a Dios si es eso lo que quiere de ti. Estamos todos claros que la idea es evangelizar, pero... ¿seré yo el instrumento? ¿Será mi hermano? ¿Qué pierdes preguntándole a Aquel que te dio el don?



Yo me hice estas preguntas, y la respuesta que recibí es que no ha llegado mi momento para evangelizar de esta forma. Tengo, digámoslo así, otro "mercado". Habrá otros hermanos, como Alfareros, que estarán mejor preparados para enfrentar al mundo desde ese frente. Pero como dice Luis Enrique Ascoy, hay tres frentes de batalla en el mundo de la música católica: Adoración, Litúrgico y Evangelización. Yo estoy combinando los últimos dos, puesto que hoy en día es más difícil cantarle a la gente que dice conocer a Dios. Antes, la Iglesia evangelizaba y luego bautizaba; hoy es al revés, debemos evangelizar a los bautizados, y es muy difícil, pues la mayoría siente que ya está bien, y buscan a Dios sólo por necesidad.

Y por último, para responder a la pregunta de si incluir alabanzas en medios seculares es evangelizar o es banalizar el mensaje, yo les doy mi opinión (que no es dogma y estará equivocada tal vez): si lo hace aquél que Dios ha preparado para ello, ES EVANGELIZAR, pues lo que Dios ha mandado no quedará sin fruto. Si lo hace aquél otro que lo quiere hacer, pero no porque Dios se lo haya aclarado o pedido sino por otros motivos, o cree que es Dios quien lo manda pero no le pregunta, es mediocridad, y debemos estar firmes y ser obedientes.

Que Dios les bendiga, hermanas y hermanos alabadores. Oremos juntos para que Su Espíritu siga guiando nuestros caminos, e ilumine el paso siguiente a dar en esta misión.

Juan Carlos García Melgar